09 mayo 2006

Arte Teurgica

Si la Alquimia es el arte y ciencia de las transformaciones y transmutaciones, la Teúrgia persigue los mismos fines y se basa en idénticos principios, es decir en analogías y correspondencias.

Pero la Alquimia trata más del ser individual que del universal, del microcosmos más que del macrocosmos.

En realidad tanto Alquimia como Teúrgia operan de modo semejante y deben ser distinguidas de la hiperquímica (material y metálica) y la magia mal llamada "ceremonial" en cuanto éstas buscan exclusivamente logros verificables basados en la relación causa- efecto, siempre personalizados e individualistas en contraposición con la magia natural y la Alquimia auténtica, despersonalizadas, atentas siempre a los principios y al orden dialéctico de la Creación.

Lo interesante del asunto es que tanto Teúrgia como Magia utilizan además procedimientos similares por lo que tal vez su diferencia estriba no tanto en la índole de la coreografía ritual, sino más bien en el ánimo de los participantes, en sus intenciones, y sobre todo en el conocimiento directo del universo de energías invisibles que expresa y plasma la ceremonia.
En la base de todo rito, incluido el mágico, se encuentra la idea de que el Universo es un Todo indisoluble e indivisible en partes. Esta armonía está dada por la oposición continua de dos factores que deben complementarse, bien por la guerra, o sea atacando y rechazando, o bien por la paz, asimilando por simpatía. En ambos casos se procede por correspondencias o analogías inversas.


Ejercer acción sobre una cosa es ejercer esa acción sobre un conjunto innumerable de cosas en un mundo concebido como concatenado; igualmente hacerlo sobre un ser humano implica realizarlo en toda la humanidad; la economía de la Teúrgia fija sus propios límites sin imponerlos.

Sus fines son imprecisos, sus medios han de ser exactos, por paradigmáticos y míticos y perfectos, es decir, especialmente adecuados a la situación espacio- temporal que signa el rito aunque resulten totalmente paradójicos para el propio operador que en su gestión no sabe definir con claridad –y no lo necesita– dónde y cómo los distintos sucesos de su propia y divina comedia pudieran ser traducidos en medio de una Revelación Permanente.

El hombre es el corazón del Universo.

Efectivamente el microcosmos cumple la misma función en el cosmos que el corazón en el cuerpo humano, y a través de su dualidad, referida a sus dos naturalezas: divina y humana (sístole y diástole), es capaz de recrear perennemente la vida con la que se encuentra indisolublemente unido, pues es un todo con ella, correspondiéndose ambos de manera perfecta e idéntica al punto que constituyen, han constituido y constituirán, una misma entidad.

El mundo entero está animado y perfectamente vivo hoy día (y siempre), como un animal o ser gigantesco cuyas partes u organismos se articulan y moldean constantemente entre sí impulsados por los movimientos de su corazón, el ser humano, centro del Universo. Y este ser, siendo parte esencial de la creación regenera permanentemente el cosmos, aun con su sola presencia.

En un mundo así todo es mágico y cada gesto, signo o palabra un acto generativo capaz a su vez de producir indefinidos reflejos de sus mismas características.

Esto es estar haciendo el mundo perpetuamente y el hombre ha conocido esta realidad siempre aun de modo inconsciente, y ha participado de ella, como lo prueban legiones de sabios, sacerdotes, chamanes, magos y también, a su nivel, artistas varios, políticos, ilusionistas y vendedores ambulantes. Por otra parte, entonces, ¿qué más operativo y mágico que la oración del corazón, la cual debida a una concentración en el meollo del ser humano que pronuncia la plegaria o invocación, se dirige al corazón del Ser Universal con el que pretende, y logra armonizarse?

Fuente : Federico Gonzalez

Eli