19 febrero 2006

El Sorprendente Poder de Escuchar


Hay una gran lección que aprender cuando escuchamos las enseñanzas de la Torá, o cuando escuchamos voces humanas en oración – o inclusive en una conversación simple, desde el corazón. El sonido tiene el poder de llenarnos con luz espiritual. Nuestros oídos pueden ser los portales a los sitios más íntimos de nuestra alma. Deberíamos siempre tener conciencia del poder que reside en lo que escuchamos. Por una parte, deberíamos ocuparnos en aislarnos de la negatividad que puede entrar a nuestra conciencia a través de nuestros oídos. Al mismo tiempo, la misma vez deberíamos utilizar cada oportunidad que tengamos para usar el sonido y el regalo de la audición como una parte importante de nuestro trabajo espiritual.

Al comentar el versículo, “Escucha y tu alma será vivificada”, nuestros sabios hacen la comparación con una persona que ha caído del techo de una casa y ha sufrido heridas en todo su cuerpo. Deberían haber vendajes para su cabeza, brazos, piernas y pies. Cada miembro necesitaría vendarse por separado para que se diera la sanación. Sin embargo, en este nivel espiritual del ser, toda el alma puede sanarse escuchando algunas palabras, e inclusive sólo una palabra, o hasta al escuchar un sonido de la naturaleza que nos conecte con la Luz del Creador. La porción de esta semana se refiere a este hecho: Yitró, el sumo sacerdote de Midyan, era un líder de los adoradores de ídolos – pero cuando escuchó los milagros del Creador para Israel, fue enseguida curado de toda su negatividad. A través de su sanación, Yitró fue capaz de conectarse con Moisés y con la Torá y con la Luz del Creador.

Es importante enfatizar que los sonidos de la Torá y del Zóhar poseen un nivel espiritual de un nivel mucho más alto que cualquier otro sonido. El propio Creador imbuyó estas palabras y sílabas con Luz infinita. Como letras escritas en una página por supuesto que el Zóhar contiene enorme sabiduría, pero debemos siempre estar concientes que fue revelado a través de las palabras pronunciadas por Rabí Shimón bar Yojai. Más aún, esas palabras vinieron directamente del Creador, quién habló a través de Rabí Shimón. Al entender esto, podemos comenzar a apreciar la importancia de escuchar tan a menudo como nos sea posible, la lectura de la Torá, las lecturas del Zóhar. El Creador nos ha dado un gran regalo: nuestras almas pueden sanarse con lo que escuchamos. Asegurémonos de aprovechar a lo largo de nuestras vidas este regalo al máximo.
Estudios Cabalísticos
Eli

13 febrero 2006

Solve Coagula o la divinidad del hijo del mercurio filosófico II


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Chesed es la idea que esta destinada a convertirse en arquetipo con el fin de materializarse en los planos mas relacionados a la materia. Por lo tanto, para coagular es necesario meditar en Chesed, elevar la voluntad hacia este sefirot con el fin de que se manifiesten las corrientes síquicas que se invocan.
En el simbolismo de la cruz, coagula se encuentra en los brazos extendidos de esta, ya que representa la manifestación y el equilibrio entre las fuerzas arquetípicas y aquellas que manifiestan. Por ende, chesed es armonía, majestad y bondad, amor en su experiencia primordial, ya que la humanidad considerada como hombre primordial o Adán kadmon, pasó por el proceso de coagular en el descenso a la materia.
Finalmente es el ascenso, donde se pone de manifiesto la segunda polaridad del proceso, la disolución de los metales o también llamado "martirio de los metales". Tal es el proceso de descenso - caída - ascenso - iluminación de la humanidad.
Eli

08 febrero 2006

Solve Coagula o la divinidad del hijo del mercurio filosófico I



Solve Coagula es una de las frase mas recurrentes y recordadas por quienes nos acercamos al estudio del hermetismo, la alquimia y la alta magia. Esta palabra se encuentra ligada al Baphomet de Eliphas Levi, aquel símbolo tan despreciado y tan mal comprendido a través de los tiempos y las generaciones.

De acuerdo al Dogma, el baphomet corresponde a la síntesis de una de las leyes de la naturaleza más conocida por todos: la ley de la polaridad. Esta ley nos dice que todo posee su par de opuestos, que lo negativo posee una contraparte que es el positivo, complementaria y que una no puede manifestarse sin la otra, un ejemplo de esto son las letras dobles del alfabeto hebreo. El baphomet, por ende es una síntesis, lo cual significa que en esta imagen encontramos un símbolo hermético y alquímico ligado a las transmutaciones y de la elevación de la materia al volverse sutil.

El solve coagula esta representado en cabala por medio de las dos sefirots Chesed y Geburah el primero se sitúa en el pilar de la misericordia, es el elemento que preserva, que contiene los fluidos y las emanaciones provenientes de lo alto, es un sefirot de concreciones, de manifestaciones, de materializaciones.

Chesed es la idea que esta destinada a convertirse en arquetipo con el fin de materializarse en los planos mas relacionados a la materia. Por lo tanto, para coagular es necesario meditar en Chesed, elevar la voluntad hacia este sefirot con el fin de que se manifiesten las corrientes síquicas que se invocan. En el simbolismo de la cruz, coagula se encuentra en los brazos extendidos de esta, ya que representa la manifestación y el equilibrio entre las fuerzas arquetípicas y aquellas que manifiestan. Por ende, chesed es armonía, majestad y bondad, amor en su experiencia primordial, ya que la humanidad considerada como hombre primordial o Adán kadmon, pasó por el proceso de coagular en el descenso a la materia. Finalmente es el ascenso, donde se pone de manifiesto la segunda polaridad del proceso, la disolución de los metales o también llamado "martirio de los metales". Tal es el proceso de descenso - caída - ascenso - iluminación de la humanidad.
Eli

El árbol sefirótico


Los Maestros de la Tradición enseñan que el objeto principal de la búsqueda del hombre, conocer a Dios, sólo se alcanza por medio de un don, es decir, que se trata de algo que se da y se recibe, éste es el sentido de la palabra «Cábala». Por lo tanto, este objetivo no se logra por elucubración personal o como quien resuelve una ecuación, sino que se realiza como por succión del fruto de un árbol, absorbiendo su esencia, así lo describe Isaac, el ciego, en su comentario al Sefer Yetsirá I, 1. En el Apocalipsis de San Juan (XXII, 14) está escrito: «Bienaventurados los que lavan sus ropas para tener derecho al Árbol de la Vida...» Este árbol «fuente de vida eterna» (Génesis III, 22), es el que caracteriza al Paraíso Terrenal, y ¿qué puede ser fuente de vida eterna sino Dios mismo? Pero resulta que Dios sólo puede ser accesible al hombre en tanto que manifiesto y localizado. Es por ello precisamente, por lo que el punto de referencia principal de los cabalistas lo constituye el Mundo divino o Manifestación divina, al que simbolizan mediante un esquema: el Árbol sefirótico; que siempre se mantendrá como punto de referencia, directa o indirectamente, en todos sus escritos. La palabra sefirá, singular de sefirot, proviene de la raíz SFR, que significa: `numerar', `contar', `explicar', `escribir', `instruir' y `determinar'; pero que los cabalistas usan en el sentido de «emanación divina».
Este término, empleado en dicho sentido, aparece por primera vez en el Libro de la Formación, Sefer Yetsirá; libro de autor anónimo que parece ser anterior al siglo VI. De las sefirot, el Sefer Yetsirá sólo nos dice que son diez y, en un lenguaje que recuerda al de los filósofos herméticos, las «describe», si es que así puede decirse, pero no les da un nombre propio. En el Bahir se empezará a hacerlo y los cabalistas provenzales los establecerán definitivamente. El Sefer Yetsirá empieza de la siguiente manera: «En treinta y dos vías secretas de Sabiduría, Dios -aquí aparecen diez nombres de la divinidad-, santificado sea su Nombre, estableció y creó su Mundo». Lo primero que salta a la vista es que dice «su Mundo»; quizá porque no se trata del mundo caído, sino del Mundo de la divinidad. También dice que son «treinta y dos vías». Es cuanto menos curiosa esta cifra, pues corresponde a la palabra hebrea LeB, `corazón', y ningún conocedor ha dejado de afirmar que sólo a través del corazón se puede llegar a Dios. Continúa y acaba esta sección diciendo cuáles son estas treinta y dos vías: «Diez Sefirot belimá y veintidós letras de fundamento -las veintidós letras del alfabeto hebreo-»".
Esto refleja claramente la estructura gráfica del Arbol Sefirótico, formado por diez «esferas» y veintidós «canales» que las ligan entre sí. Pero este Mundo de la divinidad no es un todo cerrado; en realidad, tal como hemos dicho, corresponde a su aspecto manifestado que, simplificando, podemos decir se desarrolla a partir de su aspecto no manifestado, llamado Ein Sof o `Sin Límite', del que no se puede decir nada. «De Él no se ha de hacer ni un fin ni un comienzo» (Zohar II, 239a).
Eli